Va por rachas. Por suerte, me ha ocurrido muchas veces que he leído algo y he pensado “este libro es insuperable” y, tiempo después, ha caído otra joya en mis manos, que me ha llevado a cambiar de opinión. En la racha actual, me quedo con “Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin.
El club de lectura de David Bowie de John O’Connell.
Isabel Allende o Alberto Vázquez-Figueroa.
Más que de una idea, surgió de un impulso. Terminé “Persiguiendo a Silvia” de Elísabet Benavent, nada de lo que leía después me llenaba y sentí la necesidad de escribir algo que me consolase un poco.
Esta pregunta es malvada… ¿Te importa si hago trampa y me quedo con dos?
Uno de los paseos que dan la protagonista, Vega, y otro personaje (del que no puedo hablarte para no destriparte la trama). Él le pregunta a ella si es feliz, ella se queja por la intensidad de la cuestión y él responde que es lo único que realmente le interesa. Para mí eso es una declaración de amor en toda regla.
La otra escena que me gusta mucho está localizada en una playa de North Fork.
Rectifico: esta pregunta SÍ que es malvada. ¡Son mis hijos literarios! Me veo incapaz de elegir.
Por lo mismo que cualquier otro género: evasión, diversión, emoción, aprendizaje, placer… Pienso que un buen libro siempre es una experiencia (incluso trascendental) al margen de sus etiquetas comerciales.
De todas guardo un montón de recuerdos especiales.
“El verano que aprendimos a volar” me tuvo subida en una nube durante dos meses. Nunca he tardado tan poco en terminar una novela y pocas veces me lo he pasado tan, tan bien escribiendo.
“La locura de saltar contigo” me ayudó en un momento personal muy triste. Empecé a escribirla dos meses después de que mi madre falleciera de forma repentina y, gracias a la (bendita) locura de Natalie mi duelo fue más llevadero.
“La aventura de soñar despiertos” me hizo suspirar más que nunca y creer a pies juntillas en el amor y en la realización de los sueños.
Sí, siempre.
“Solo nosotros” ha estado rodeada de casualidades que rozan lo surrealista casi desde el principio.
Como te decía antes, empecé a escribir la historia por “culpa” de Elísabet Benavent y, por una carambola (por no llamarlo “noche un poco loca que terminó con chupitos de tequila”), ella fue una de las primeras personas en leer el manuscrito. Su feedback fue el empujón que necesitaba para seguir escribiendo.
Otra casualidad relacionada con “Solo nosotros”, que todavía me cuesta digerir, es que me encontré con la musa que inspiró a la protagonista, Blanca Suárez, en uno de los escenarios que aparecen en el libro. El susto fue tremendo. En mi cabeza se mezcló mi ficción con la realidad y…, porque tengo una foto que atestigua el momento, que, si no, todavía pensaría que fue cosa de mi imaginación.
Le doy TODA la importancia. Cuanta más información manejo, más fluye la trama, los diálogos…, más fácil es todo.
Escribo siempre en el mismo lugar: una habitación de mi casa. Envidio (mucho) a los autores que son capaces de darle a la tecla en cualquier sitio, pero yo soy incapaz. Lo de la inspiración ya es otro tema: esa llega cuando y donde le apetece.
Google es mi gran salvador; de hecho, admiró profundamente a los autores que escribieron antes de la era digital. También recurro a libros, documentales, artículos y, cuando he podido permitírmelo, he viajado a las localizaciones. A nivel de personajes, me fijo mucho en mi entorno (y en él meto a gente que no conozco, pero admiro igualmente). Creo que detrás de todas las personas hay una historia, situación o particularidad que merece la pena ser contada.
Mañanas y noches. Mi (puñetera) concentración depende mucho del silencio.
Rara es la vez que anoto algo cuando “me viene”. Tengo el problema de que, cuando algo aparece en mi cabeza, ya no se me olvida. Y digo “problema” porque, a veces, son escenas o diálogos que no caben en el texto.
Profesionalmente, solo me dedico a las letras.
Depende. Y siento enrollarme en una pregunta de a o b, pero es que escribir, para mí, es algo más que trabajar en novelas. Cuando me enfrento a un proyecto con la intención de que termine siendo un libro, sí planifico, me documento…, sigo las reglas, por decirlo así. Pero, a veces, escribo porque sí, porque algo me cabrea, me emociona, me apasiona, porque no lo entiendo y traducirlo en caracteres me ayuda, porque me apetece jugar a probarme una piel diferente… Esos textos no suelen salir del ordenador.
Todos. ¿Conoces ese dicho “somos lo que comemos”? Pues también creo que “somos lo que leemos”.
En mi caso, el mayor problema fue la inseguridad. Si no hubiera estado tan pendiente de las cien mil cosas que podían salir mal, habría disfrutado más de lo que salió bien.
Envié el manuscrito a varias editoriales y tuve suerte. Realmente creo que fue así.
La idea fue de Álvaro (nuestro “señor del sonido”). Él ya era consumidor del formato y nos propuso intentarlo. Bendita la hora…
Además de que nos los pasamos genial, hemos creado un espacio donde compartir nuestra pasión por la literatura, donde hablamos de temas que nos preocupan o nos divierten, donde hemos entrevistado a gente muy, muy top (la tarde con Juan Gómez Jurado fue para enmarcar) y, en torno a ese espacio, se está formando una comunidad, que nos escucha, se ríe con nosotras, nos interpela (¡hasta tenemos grupo en Telegram!). Es muy reconfortarte lanzarte a algo así de temerario (en los programas no nos cortamos un pelo) y que la gente lo reciba con tan buena energía.
Grabamos en el gintoestudio: un lugar glamuroso y exclusivo, con un mueble bar bien surtido y ayudadas de los gintobecarios… Esa es la versión oficial y yo no voy a desvelar que nos reunimos por Skype, en pijama, y rara vez bebemos otra cosa que no sea agua.
Me gusta pensar que cualquiera puede acercarse a mis libros, pero la intención (que es lo que cuenta, ¿no?) es compartir historias con mujeres que aman tanto como yo la romántica.
Tengo tres. Así que, me falta una mano… Con el par que me venían de nacimiento intento abarcar los tres proyectos, pero no se me está dando bien. Una de las historias me está requiriendo más de lo debido y es justo la que “no tocaba”. En fin… Que me quejo por la falta de organización, pero, creativamente, estoy supercontenta.
4 comentarios
Me ha encantado la entrevista! La verdad es que me llama mucho el último libro que ha sacado y está genial conocerla un poco. Un beso!
Mi tinta blanca 29 mayo, 2020, 11:36 am
Muy buena entrevista, aunque no conozco ninguna de sus obras siempre es bueno apoyarse en otras, creo que a base de inspiración en historias surgen otras nuevas y mejores!
Ricardo 29 mayo, 2020, 12:25 pm
Me encanta cuando hacen entrevistas a autores y la verdad me gusto que todas las preguntas giraran en torno a los libros ya que muchas personas tienden a irse por otros caminos tipo “que día del mes les gusta” o “que prenda usarías un sábado” y no tiene lógica pero estas preguntas me hicieron conectar con la autora y conocer sus métodos de inspiración, escritura y demás.
Un saludo
Iván 31 mayo, 2020, 7:03 am
¡Hola otra vez corazón!
Me encantan las entrevistas y poder conocer un poco más a la persona detrás de un libro. No conocía a esta autora pero echaré un vistazo a sus libros 🙂
Un abrazo <3
Books for our minds 14 junio, 2020, 11:32 am